Los niños de las familias del Estado Islámico, estigmatizados y en un limbo en Siria
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- marzo 31, 2019
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Los niños que han nacido o crecido bajo el yugo del grupo yihadista Estado Islámico (EI) en su autoproclamado «califato» se encuentran en un limbo legal y necesitan asistencia.
Una semana después de la derrota territorial de los extremistas en Siria, los niños pasean entre las tiendas empapadas por la lluvia en el campamento de Roj, situado en el extremo noreste de Siria y uno de los que acoge a estos menores. Acompañados por sus madres, la mayoría cubiertas con el velo integral que sólo deja entrever los ojos, ellas ocultan su mirada con la mano.
En los campamentos de Roj y Al Hol están acogidos los niños y mujeres procedentes de los últimos territorios que el EI controlaba en el este de Siria, hasta que las Fuerzas de Siria Democrática (FSD), una alianza armada liderada por kurdos, se los arrebatara y anunciaran el día 23 la victoria sobre los extremistas.
Necesidad ‘desesperada’ de todo tipo de ayudas
Joelle Bassoul, portavoz de Oriente Medio para Save the Children, ha asegurado que las necesidades humanitarias en los campamentos son enormes y es difícil priorizar: «Se necesita desesperadamente alimentos, agua, atención médica, refugio, salud mental y apoyo psicosocial».
Indica que una de sus mayores preocupaciones es la desnutrición de los menores pues «casi el 30 % de los niños menores de cinco años examinados por Save the Children en Al Hol desde principios de febrero estaban muy desnutridos. Una cuarta parte de ellos sufría de malnutrición aguda grave, lo que significa que podrían perder la vida si no reciben tratamiento de urgencia».
Situaciones extremas en los campamentos
En el campo de Al Hol la situación es extrema debido a que alberga unas 73.000 personas, mucho más que su capacidad. Desde diciembre de 2018, «la población del campamento pasó de 10,000 personas a más de 72.000, la mayoría mujeres y niños«, según ha declarado Bassoul.
Según datos proporcionados a Efe por la portavoz del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur) para Oriente Medio, Rula Amin, «al menos 193 personas han muerto desde el 4 de diciembre de 2018 en la ruta hacia el campamento (de Al Hol), poco después de su llegada o después de darles el alta», y «dos tercios de los fallecidos son niños menores de cinco años«.
Además de la asistencia médica vital, la ayuda psicosocial es fundamental y, tal y como ha apuntado la jefa de comunicación de la oficina de Unicef en Oriente Medio y el norte de África, Juliette Touma, los menores necesitan «especialistas» para tratar el «impacto de lo que han sufrido» bajo el terror del «califato».
El estigma impuesto a los niños
«Los niños no tienen que ser estigmatizados. No deberían ser castigados. Tiene que haber esperanza para cada niño a pesar de la experiencia que vivieron», destaca Touma.
Recuerda que esos niños han sido «abusados y explotados». Muchos han sido entrenados como «cachorros del califato«, es decir, para ser combatientes en sus filas, e incluso para llevar a cabo atentados.
En el limbo quedan muchos de estos menores, sobre todo aquellos de padres extranjeros, ya que sus países todavía no han llevado a cabo o no desean iniciar un proceso de repatriación a los países de donde llegaron los pequeños o sus progenitores.
Una repatriación complicada
Al respecto, Bassoul hace un llamamiento a sus países de origen para que «recuperen a estos niños y brinden la protección especializada, la salud y otro tipo de apoyo y rehabilitación que estos niños necesitarán a su regreso».
Francia o Rusia están entre los países que ya han repatriado a algunos de los menores en operaciones que se han llevado en secreto debido a la polémica que rodea esta cuestión.
«Estos niños tienen derecho a estar seguros, a aprender y a estar protegidos. No son responsables por las acciones de sus padres y no deben ser obligados a pagar por ello al ser privados de sus derechos básicos. Necesitamos que todos los involucrados en el futuro de estos niños actúen teniendo esto en cuenta», remacha Bassoul. «Ellos son las víctimas de este conflicto» que para los pequeños aún no ha terminado.