Kits escolares reavivan los sueños de estudiantes adultos en el municipio de La Virginia

La mañana en el municipio de La Virginia se llenó de expectativas y sonrisas contenidas. En la sede educativa Antonio Ricaurte de la Institución Bernardo Arias Trujillo, un grupo de adultos esperaba – como si de un regreso a la infancia se tratara – para recibir sus kits escolares. No eran estudiantes convencionales, sino hombres y mujeres que, tras años de pausas, retos y sacrificios, habían decidido volver a las aulas para recuperar el tiempo perdido.

Esmy Johana Tonoso Muñoz, de 36 años, fue una de las primeras en recibir su kit, y sus ojos brillaban de emoción. «Estoy muy feliz, es el sueño que he tenido desde niña», confesó, abrazando sus nuevos cuadernos y lápices como si fueran las llaves de un futuro más prometedor.

“De niña no aproveché a estudiar, pero ahora, con el apoyo del señor Gobernador siento que puedo seguir adelante”, añadió.

Para Esmy, esos útiles escolares simbolizaban algo mucho más grande: una nueva oportunidad de alcanzar lo que siempre había deseado.

A su lado, María Teresa Orozco, de 64 años, también expresaba su alegría. «Habíamos hecho la petición, y cuando vi llegar los kits me llené de felicidad. A veces uno no tiene con qué comprar un lápiz o un cuaderno», comentó, sosteniendo con delicadeza el material escolar que, para muchos, representa el primer paso en un largo camino. Para María Teresa, volver a estudiar en la adultez es una forma de reivindicar su derecho a la educación, una tarea que, aunque tardía, ahora se siente posible.

La entrega de los kits fue el resultado de una gestión liderada por la Gobernación de Risaralda, en respuesta a las necesidades observadas durante una visita al Programa 3011.

Dora Ligia Agudelo, secretaria de Educación, señaló la importancia de estos recursos para los estudiantes. “Identificamos que había una carencia de materiales pedagógicos, y gracias al apoyo del gobernador Juan Diego Patiño, se asignaron 200 kits escolares. Hoy cumplimos con esta misión, entregando herramientas que permitirán a estos estudiantes continuar con su educación por ciclos», explicó Agudelo.

El ambiente en la institución no podía ser más emotivo. Lo que para muchos es un simple acto administrativo, para estos estudiantes adultos fue una inyección de motivación, una confirmación de que nunca es tarde para aprender y crecer. En cada cuaderno, en cada lápiz, se reflejaba la esperanza de un futuro que parecía perdido pero que, con el apoyo adecuado, puede ser recuperado.

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