El renacer de una madre que transformó su amor por las plantas en un negocio sostenible

En el corazón de Apía, Risaralda, una joven madre de 31 años ha cultivado algo más que plantas: ha sembrado un sueño.

Alejandra Barón, creadora de “Vivero Costa Rica,” comenzó su emprendimiento en medio de la tranquilidad de su hogar, rodeada de dos pequeñas hijas y de una pasión naciente por las plantas. Con la llegada de su segunda hija y el tiempo en casa, su amor por la jardinería fue creciendo de manera inesperada y hermosa. Lo que empezó como una afición, entre maticas suculentas y materas pintadas a mano, se transformó en un proyecto de vida.

El camino no fue sencillo. Alejandra luchaba con la frustración de ver cómo algunas plantas no sobrevivían, pero su perseverancia la llevó a convertirse en su propia proveedora.

Buscando suculentas específicas descubrió que los viveros de la región no ofrecían lo que ella imaginaba. Así, decidió aprender todo lo necesario para cuidar, cultivar y vender sus propias plantas, sin depender de grandes viveros o proveedores.

Apasionada por la autenticidad y el cuidado, Alejandra se resistió a producir en masa. Prefiere que sus plantas crezcan fuertes y saludables, y sus clientes saben apreciar esa dedicación. Aquellos que visitan el vivero saben que no solo están comprando una planta, sino un pedacito del alma de Alejandra, quien pone todo su empeño en cada hoja, en cada detalle.

Con el apoyo de la Secretaría de Desarrollo Agropecuario y su área de comercialización, Alejandra ha logrado consolidar su marca. Gracias a la orientación y el acompañamiento de Javier, su asesor en la Secretaría, Vivero Costa Rica encontró una identidad que resonará no solo en su comunidad, sino en todo Risaralda. Ahora, cada maceta pintada y cada planta es un reflejo de la dedicación y el amor de Alejandra, de su empeño por ver crecer su proyecto y por ofrecer un producto auténtico, sin plástico y amigable con el medio ambiente.

Su visión de futuro es ambiciosa. A corto plazo, busca expandir su presencia en redes sociales, conectando con personas que, como ella, sienten amor por las plantas. A mediano plazo, desea producir todas las plantas que vende, fortaleciendo su autosuficiencia. A largo plazo, Alejandra sueña con un mundo donde la mayoría de las plantas que se comercializan en la región sean cultivadas en el Eje Cafetero, evitando los costos ambientales del transporte y promoviendo el crecimiento local.

La historia de Alejandra es la historia de una mujer emprendedora que, en cada hoja y cada pétalo, siembra esperanza y construye un legado. A través de su vivero, no solo embellece los espacios de sus clientes, sino que también inspira a otros a perseguir sus sueños, recordándonos que, con raíces firmes y pasión, cualquier proyecto puede florecer.