Crónica: Roberto Jiménez, el alcalde que sembró esperanza en el campo

El mandatario nunca olvida el murmullo de las charlas junto al fogón de leña, el aroma persistente del café recién colado y el don de gentes de quienes habitan el campo, esos verdaderos maestros que le enseñaron su más grande lección: que el campo no es solo tierra, es raíz, dignidad y uno de los pilares fundamentales de su vida.

Reconoce en él no solo la riqueza natural que nutre a Dosquebradas, sino también la nobleza de su gente y la tenacidad de una labor que merece respeto, gratitud y respaldo. Por eso, cuando asumió el reto de ser alcalde, lo hizo con la firme convicción de que su gobierno pondría al campesino en el centro de las decisiones, no desde la distancia fría del Despacho, sino desde la cercanía sincera de quien ha vivido, comprende y honra su esencia.

Hoy, de los 11.000 habitantes en las imponentes serranías, 5.000 de ellos se dedican a labores campesinas y encuentran en la Administración una mano amiga, una voz que los representa, un aliado que los escucha. Para ellos, Roberto ha sido más que un gobernante, un amigo, un puente entre la institucionalidad y la tierra fértil que los sostiene. Bajo su liderazgo, crecen seis asociaciones campesinas que impulsan el desarrollo agrícola y pecuario del municipio. Cultivan mora, aguacate, plátano y café, cuidan animales de granja y producen miel con dedicación artesanal. Estas asociaciones ya no solo siembran: ahora emprenden, crecen y sueñan.

Esta visión también se construye cada 15 días, cuando los mercados campesinos llenan de vida y productos frescos el corazón de Dosquebradas. Allí, sin intermediarios, con precios justos y rostros orgullosos, cuarenta productores venden directamente lo que su tierra les da. El resultado: más de $21 millones en ganancias que no se diluyen en cadenas de distribución, sino que van directas al hogar de cada familia. Es un modelo de economía solidaria que honra el trabajo y fortalece la comunidad.

Ahora bien, sabemos que el desarrollo también necesita caminos. Por eso, bajo la administración de Roberto, se han mejorado más de 19 mil metros de vías rurales, facilitando el transporte de productos, el acceso a servicios y la conexión entre veredas. Pensar en el campo también es pensar en su juventud: gracias al programa ‘Universidad en el Campo’, 50 jóvenes rurales accederán a formación técnica profesional, abriendo oportunidades reales de progreso sin necesidad de abandonar sus raíces. Con el Presupuesto Participativo, 360 estudiantes de Las Marcadas recibieron dotación artística y cultural, porque el desarrollo no solo es concreto y cemento, también es arte, identidad y formación.

Jiménez sabía que para gobernar al campo había que caminarlo, por eso descentralizó la alcaldía y la llevó hasta las veredas Buena Vista y La Unión. Todas las secretarías se movilizaron a las serranías para atender de frente, escuchar de verdad y ofrecer soluciones reales a las necesidades de la gente. Uno de los hitos más valiosos fue el proceso de caracterización que permitió registrar a más de 6.000 mil habitantes rurales en el Sisbén, facilitando su acceso a beneficios sociales que durante años fueron solo promesas lejanas.

La salud, una de sus mayores prioridades también se sembró en el territorio. Más de 150 personas han sido orientadas en temas de riesgos laborales, autocuidado y afiliación al sistema de seguridad social, porque cuidar a quienes cuidan la tierra es también una forma de gobernar con justicia.

Roberto Jiménez no cambió de acento ni de camino cuando asumió el poder. Hoy, como alcalde, demuestra que es posible gobernar con el corazón anclado en la tierra y la mirada puesta en el futuro. No llegó al poder a imponer, llegó a devolver dignidad, esperanza, herramientas, caminos y oportunidades, porque el verdadero líder no es el que manda, sino el que sirve, de eso sabe Roberto Jiménez, el alcalde de las serranías, lo demuestra con cada acción que florece, como el mejor de los cultivos, en el alma del campesino dosquebradense.