Al menos tres muertos en una fuerte explosión en Madrid que ha destrozado un edificio en la calle Toledo

Tres hombres han muerto este miércoles en una violentísima explosión en Madrid. Se ha producido minutos antes de las tres de la tarde la zona de la Puerta de Toledo y ha destruido las plantas superiores de un bloque situado en la calle Toledo, que han quedado arrasadas, con la estructura de hormigón al descubierto. Numerosos cascotes han caído a la calle, rápidamente acordonada para evitar que derrumbamientos o más explosiones ocasionaran nuevas víctimas.

Manuel estaba teletrabajando en su casa en torno a las tres menos cinco de la tarde cuando la fuerte explosión le ha hecho levantar de golpe la vista del ordenador. Segundos después el centro de Madrid ha temblado. «Parecía que había estallado bomba», resume de manera gráfica.

Una potente deflagración había sacudido de repente el edificio sacerdotal de seis plantas en el número 98 de la calle de Toledo, dependiente de la emblemática Parroquia de la Paloma. Un feligrés intentaba arreglar la caldera estropeada del edificio cuando ha sobrevenido un doble estallido. La onda expansiva ha reventado las tres últimas plantas y ha dañado edificios cercanos. Los cascotes volaron hasta el mismo centro de la Puerta de Toledo, a casi 500 metros del edificio siniestrado.

Además de los tres fallecidos, otra persona ha resultado herida muy grave y 10 han sufrido heridas leves, según Emergencias Madrid. Los fallecidos son un hombre de 85 años que caminaba por la calle y otro peatón, de 53, que también fue sepultado por los escombros en la vía pública. La tercera víctima mortal es David, de 35 años y voluntario de la parroquia que estaba tratando de revisar la caldera, que llevaba varios días sin funcionar.

El herido muy grave es Rubén, un sacerdote de la parroquia de 35 años, que se encontraba junto a David al lado de la caldera. Ha sido operado esta tarde en el Hospital de La Paz. Otras tres personas han sido trasladadas a distintos centros médicos con pequeños traumatismos. Entre los heridos leves se encuentran dos policías que llegaron al edificio tras la deflagración.

A ambos lados del edificio siniestrado se encuentran el colegio La Salle La Paloma y la residencia de ancianos Los Nogales. Ni un niño ni un jubilado han resultado heridos pese a la violencia de la explosión. Sobre todo ha sido milagroso que el patio del centro escolar estuviese vacío por culpa de la nieve, ya que muchos cascotes han caído sobre el espacio donde disfrutan del recreo los alumnos del centro.

Los 56 ancianos del geriátrico han sido trasladados a otros centros de la cadena. Algunos de esos residentes están contagiados por Covid, pero su desalojo y traslado se han realizado con las debidas medidas de seguridad.

El Samur Social también ha trasladado a seis personas de tres familias de un edificio colindante que ha resultado dañado por la deflagración y que aún no saben si pueden volver a su bloque de la calle de Toledo.

CUATRO PLANTAS AFECTADAS

La explosión, descrita como «brutal» por los testigos presenciales y que ha causado el derrumbe de parte del edificio, ha afectado al menos a cuatro plantas del centro parroquial, en el que hay despachos, un centro de acogida de Cáritas, que estaba cerrado en ese momento, ocho salas de reuniones, un salón y tres viviendas para sacerdotes.

Según las primeras averiguaciones, primero ha estallado la caldera y luego se ha producido el reventón de las tuberías de gas del edificio. De ahí que varias personas hayan contado que hubo una primera explosión seguida de otra más fuerte.

Una alfombra de cascotes se ha formado en el suelo de la calle de Toledo tras la deflagración. Los operarios del Ayuntamiento de Madrid que a esa hora estaban quitando la nieve de las aceras y trabajadores y vecinos de la zona se han puesto, espontáneamente, a despejar la calzada para permitir el paso de los bomberos, que en esos momentos se estaban dirigiendo a sofocar las llamas del edificio afectado.

«Parecía una guerra», explica Saioa, aún con el susto en el cuerpo. En el momento de la tragedia ella estaba en el colegio de La Salle para recoger a su hija de tres años cuando todos los cristales del centro escolar se han hecho literalmente añicos.

Aitor, también vecino de la zona, había pasado por la acera del edificio siniestrado tras recoger a sus sobrinos de clase porque, según cuenta, es una de las que menos restos de nieve tiene tras el temporal de hace 12 días. «Nos hemos librado por 15 minutos», asegura mientras mira con incredulidad al edificio ahora en ruinas.

Los técnicos del Ayuntamiento de Madrid y los Bomberos han esperado casi tres horas hasta entrar en el edificio de hormigón construido en 1990, ante el riesgo desatado por las nubes de gas. El propio alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida ha señalado que no era prudente intervenir, ya que si se apagaba el fuego podría producirse un embolsamiento de gas que «podría afectar a la estabilidad y estructura».

Finalmente, el Consistorio ha acordado demoler las tres plantas superiores que están irrecuperables y decidirá después si se derriba por completo. También revisarán este jueves la estructura de la residencia.

VÍCTIMAS

David Santos, que era miembro del llamado Camino Neocatecumenal y colaboraba con la parroquia, había acudido al edificio a revisar la caldera ya que llevaba un tiempo funcionando mal y no se había podido arreglar antes debido al temporal Filomena, según afirman a Efe fuentes de la congregación. Aunque ya no constan desaparecidos, agentes de Policía con perros especializados en rescates rastrean las inmediaciones del lugar para descartar que haya más víctimas.

Según Emergencias de Madrid, aunque desde el primer momento se dio por segura la muerte de una mujer de 85 años, el último balance señala que los tres fallecidos son varones. Además del varón de 35 años que sufre traumatismo torácico y fractura de pierna hay otras dos víctimas, con crisis de ansiedad y traumatismo craneoencefálico leve, que han sido ingresadas en el Hospital Ramón y Cajal, y una cuarta, con fractura de peroné, en el Clínico.

Fuente: El Mundo.