
La escuela que cultiva sueños y esperanza en los jóvenes de Pueblo Rico
- editora
- marzo 24, 2025
- Generales, Nacionales
- Álvaro Restrepo Arenas, Cultiva, Desafío, Dokabú, Educativa, ESPERANZA, Jóvenes, Olvidado, Pueblo, Rico, VIDA
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El camino hacia la sede rural donde se encuentra la Institución Educativa Intercultural Dokabú, no es sencillo. La trocha serpentea entre montañas y ríos y el acceso es un desafío diario para quienes allí estudian y enseñan. Pero a pesar de la distancia y las dificultades, cada mañana los estudiantes llegan con entusiasmo. Saben que en su escuela no solo se aprenden letras y números, sino también el arte de la tierra, ese conocimiento ancestral que, con el paso de los años, algunos han olvidado.
Ese mismo camino tomaron los insumos y herramientas que el gobernador Juan Diego Patiño Ochoa les entregó para fortalecer sus proyectos productivos. Hasta allá también, serpenteando incertidumbres de vida de los estudiantes, llegó el conocimiento de la Secretaría de Desarrollo Agropecuario de Risaralda. Las dudas ahora son certezas de vida.
El profesor Luis Anilio Palacio Murillo lo tiene claro: en su aula, la educación no se limita a los cuadernos. Allí, los estudiantes aprenden a sembrar, a cuidar y a cosechar. “Nuestros jóvenes tienen algo invaluable: las ganas de salir adelante. Queremos que la escuela no sea solo un lugar de paso, sino un espacio donde construya un futuro”, dice con orgullo.
HUERTAS ESCOLARES
Las huertas escolares, que hoy son el corazón del proyecto, nacieron como una respuesta a la realidad de la comunidad. Algunos estudiantes abandonaban sus estudios por falta de oportunidades, otros encontraban caminos inciertos fuera de la educación. Pero cuando la tierra se convirtió en su aula, todo cambió.
Cada planta sembrada es una lección viva sobre trabajo en equipo, paciencia y autosostenibilidad. “Antes, los jóvenes no tenían en cuenta el clima o las distancias correctas para sembrar. Ahora, gracias a la capacitación por parte de la secretaría de Desarrollo Agropecuario, han aprendido a hacerlo mejor, logrando cosechas más productivas”, explica el docente.
Pero lo más valioso no es solo lo que crece en la tierra, sino lo que florece en la mentalidad de los estudiantes. Muchos han comenzado a replicar las huertas en sus casas y algunos incluso comercializan sus productos en Santa Cecilia, el centro urbano más cercano.
“Gracias a este proyecto, varios han encontrado una alternativa real para salir adelante. Ya no ven la agricultura solo como un legado, sino como una oportunidad”, agrega Palacio.
Hoy, con una nueva entrega de la Gobernación de Risaralda, el proyecto recibió un nuevo impulso. La Secretaría de Desarrollo Agropecuario entregó herramientas, semillas y una bomba de fumigación, insumos que permitirán fortalecer el trabajo en la huerta. “Con esto vamos a poder diversificar los cultivos y hacer más eficiente el proceso de siembra”, asegura el profesor.
Para Luis Duque, director técnico de la secretaría, estos proyectos no solo benefician a los estudiantes, sino que preservan el conocimiento ancestral de las comunidades indígenas. “Estamos enseñando a los niños del campo, desde la escuela, cómo cultivar, cómo producir alimentos y cómo mantener viva la tradición agropecuaria. Queremos que este legado no se pierda”.
Con una inversión de $319 millones, esta iniciativa ha beneficiado a 123 productores, 23 comunidades indígenas y tres instituciones educativas del municipio. Y más allá de los números, el impacto real está en cada estudiante está sembrando un futuro lleno de oportunidades.
“Gracias a este apoyo, nuestros jóvenes tendrán un mejor futuro. Con la ayuda de Dios, así será”, concluye el profesor Luis Anilio.