El éxito de la reproducción depende de las bacterias en la vagina y el útero
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- junio 26, 2019
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Los seres humanos estamos llenos de bacterias por dentro y por fuera. Tanto es así que un kilo de nuestro peso corporal es culpa de los microbios que invaden nuestro organismo. En los últimos años, la literatura científica se ha preocupado por estos huéspedes y ha visto cómo, lejos de molestar, ejercen funciones clave para el cuerpo.
Con las nuevas técnicas de secuenciación genómica se ha comprobado la presencia de una rica diversidad de microorganismos en la mayoría de las superficies del cuerpo humano. Por supuesto, el aparato reproductor femenino no podía ser menos.
Cada vez se aprecia más el papel que la microbiota vaginal -el 9% de todos los microbios del cuerpo- posee en las mujeres. Conocer qué es un microbioma favorable del tracto reproductivo permitirá comprender mejor los mecanismos de la reproducción, tanto la fallida como la exitosa.
Una revisión de estudios, publicada el pasado enero en la revista Reproductive Medicine and Biology, recopila los conocimientos actuales sobre la composición bacteriana de los tractos reproductivos inferior y superior, así como el impacto del microbioma en la salud y la reproducción femenina.
Liderada por Carlos Simón, profesor de Obstetricia y Ginecología de la Universidad de Valencia y jefe de Endocrinología Reproductiva del Instituto Valenciano de Infertilidad (IVI), se centra especialmente en el impacto del microbioma endometrial en la infertilidad y en las tecnologías de reproducción asistida.
«Una nueva perspectiva de la reproducción»
“La evaluación del microbioma del tracto reproductivo supone una nueva perspectiva de la reproducción humana, el embarazo y el inicio de la nueva vida. Es importante evaluar las comunidades microbianas y mejorar así la atención personalizada en medicina reproductiva y salud de la mujer”, explica a SINC Simón.
Para aumentar las posibilidades de embarazo y del nacimiento de un bebé sano y reducir los costes vinculados con la reproducción, muchos expertos valoran ya posponer el tratamiento o la concepción en caso de una microbiota desfavorable; así como el desarrollo de intervenciones terapéuticas o cambios del estilo de vida para modificarla.
La microbiota vaginal tiene un papel crucial en la salud reproductiva de las mujeres. El tracto reproductivo femenino contiene un microbioma activo compuesto, principalmente, por bacterias del género Lactobacillus –relacionadas con un estado saludable–. Sin embargo, las fluctuaciones que ocurren en respuesta a factores internos y externos pueden afectar la fisiología de los órganos e incluso provocar estados patológicos.
Microbioma vaginal y riesgo de prematuridad
Aunque la literatura científica al respecto mantiene que se necesita más investigación, un reciente artículo en Nature Medicine subraya cómo las alteraciones en el microbioma vaginal influyen directamente en el riesgo de prematuridad.
Por ejemplo, los resultados mostraron que las mujeres que dieron a luz prematuramente tenían niveles más bajos de Lactobacillus crispatus que las que tuvieron embarazos a término. Además, el trabajo identifica una docena de grupos bacterianos sobrerrepresentados en las mujeres que no alcanzaron las 37 semanas de embarazo.
Según Simón, hay que tener en cuenta que lo primero que ve un embrión es el ambiente microbiano de la cavidad uterina. Entonces, si la cavidad uterina tiene una buena microbiota, el embrión se pegará al útero e invadirá ese espacio. Pero si existe un entorno alterado, la implantación no se producirá.
Importancia de los lactobacilos
“Lo ideal sería tener un 100% de lactobacilos y un ambiente libre de patógenos. Porque si los hay, por ejemplo Gardnerella vaginalis o Streptococcus, matarán a las bacterias buenas y crecerán ellos en su lugar”, apunta. “Entonces estaremos ante un ambiente agresivo que el embrión no va a soportar y, si llegara a implantar, se produciría un aborto”.
Así, una investigación de 2016 revela que hay una afectación del 50% en la tasa de embarazo debido al microbioma. El artículo sostiene que los abortos pasan de un 16 a un 60% en caso de que esté alterado. “Fue un piloto de menos de 40 pacientes, pero ahora tenemos un estudio con 400 pacientes y estamos esperando las conclusiones”, indica Simón.
El microbioma también puede ser una herramienta que ayude a frenar las tasas de infertilidad, que varían entre el 9 y el 30% de las parejas en edad reproductiva. Hasta ahora, los estudios han demostrado que la microbiota vaginal anormal está asociada con un resultado reproductivo deficiente en pacientes que se someten a fecundación in vitro (FIV).
A este respecto, un trabajo publicado en noviembre de 2018 analiza el papel de las infecciones asintomáticas del tracto genital en el resultado de la FIV en parejas con infertilidad. De las 285 parejas infértiles estudiadas, el análisis microbiológico mostró que el 46,3% presentaban una infección asintomática.
Los resultados publicados en PLoS One muestran, por un lado, el impacto negativo de E. faecalis en la calidad del esperma y, por otro, la asociación de patógenos bacterianos con niveles reducidos de lactobacilos vaginales.
“La presencia de E. faecalis, U. urealyticum o M. hominis en muestras genitales de parejas infértiles es predictiva de un resultado negativo de FIV”, declara Susanna Ricci, investigadora de la Universidad de Siena (Italia) y autora principal del estudio. “Es más, el 85,7% de las parejas que consiguieron un embarazo gracias a una FIV fueron microbiológicamente negativas, mientras que la técnica fue exitosa en solo el 7,5% de las parejas infectadas”.
“La microbiota vaginal de mujeres sanas en edad reproductiva puede estratificarse en una compleja comunidad bacteriana dominada por Lactobacillus spp”, explica a SINC Stefano de Giorgi, compañero de Ricci en el estudio. “Los lactobacilos ejercen efectos beneficiosos como la producción de compuestos antimicrobianos y la prevención de la colonización por bacterias patógenas”.
No obstante, el uso de la microbiota vaginal como marcador del resultado de la tecnología de reproducción asistida aún no se ha llevado a cabo. Nuevos estudios argumentan que conocer su estado puede aplicarse a los tratamientos de fertilidad que implementan las clínicas.
“La infertilidad es multifactorial, causa una profunda carga económica y psicológica en las parejas afectadas y altos costes en el sistema de salud”, continúa Giorgi. “Un mejor manejo sería útil para aumentar las tasas de embarazo, reducir el número total de ciclos de tratamiento y, posiblemente, optimizar el bienestar de las parejas y los costes en la atención sanitaria”.
Asociación no concluyente
El problema es que, de momento, la mayoría de los estudios son retrospectivos y se basan en una pequeña muestra de población. Por tanto, la asociación entre la microbiota vaginal y los resultados reproductivos no es concluyente.
Una investigación de 2019 muestra cómo, aunque algunas bacterias están asociadas con el éxito reproductivo y un buen resultado del embarazo, todavía se desconoce si existe dicha relación causal. Los especialistas están de acuerdo en que se necesita más investigación para explorar a fondo las posibles implicaciones clínicas y las intervenciones terapéuticas.
“Hay muchas causas detrás de un microbioma alterado pero no se ha demostrado una vinculación directa, salvo en las infecciones del tracto genital masculino (prostatitis) por contagio en relaciones sexuales, en pacientes con defensas bajas o que han tenido una infección concomitante en otros lugares de su cuerpo”, expone Simón.
Microbioma correcto
El objetivo último en medicina reproductiva es tener un niño sano en casa y que cualquier pareja cuente con la mayor seguridad y efectividad posible. Y esto pasa por transferir embriones cromosómicamente normales, pero también -entre otros parámetros- por asegurarse de que el microbioma está correcto y no hay infección.
Los expertos son optimistas sobre los logros en reproducción que tendrá el mayor control de la microbiota. “Como técnicamente ahora somos capaces de sacar el carnet de identidad de todos los microbios que viven en el cuerpo humano, podemos saber el nombre de los presuntos implicados y poner tratamientos específicos dependiendo del germen”, concluye Simón.