La caza furtiva de elefante africano cae un 60% en seis años, aunque la especie sigue amenazada

Las tasas de caza furtiva de elefante africano de sabana han descendido cerca de un 60% en seis años, lo que podría estar vinculado con la prohibición del comercio de marfil en China en 2017, pero esta especie continúa amenazada si no se pone en marcha una acción continua para combatir la pobrezareducir la corrupción y disminuir la demanda de marfil.

Ésta es la conclusión de un estudio realizado por cinco investigadores de la Universidad de Friburgo (Alemania), la Universidad de York (Reino Unido) o la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas (Cites), con sede en Kenia. El trabajo está publicado en la revista ‘Nature Communications’.

Los investigadores indican que la caza furtiva de elefante africano de sabana (‘Loxodonta africana’) pasó de un máximo del 10,4% de los que vivían en el continente en 2011 a bajar al 3,7% en 2017. Estos datos proceden de los cadáveres contabilizados por guardaparques en 53 sitios protegidos del continente y están enmarcados en el Programa MIKE (‘Supervisión de la matanza ilegal de elefantes’, en sus siglas en inglés), perteneciente al Cites y financiado por la UE y el grupo ACP (Asia, Carie y Pacífico).

La caza furtiva de elefantes africanos comenzó a aumentar de forma casi constante en 2006, con una bajada puntual en 2009, y llegó a su máximo en 2011. Desde entonces y hasta 2017 se ha producido un descenso cercano al 60%.

La tasa de crecimiento natural de las poblaciones de elefantes africanos ronda el 5% cada año, lo que sugiere que los niveles actuales de caza furtiva podrían ser sostenibles si las muertes por esta práctica compensaran por completo las muertes naturales.

Solo quedan 350.000 elefantes

Se calcula que quedan alrededor de 350.000 elefantes en África, pero entre 10.000 y 15.000 son asesinados cada año por cazadores furtivos. Si continúan las actuales tasas de caza furtiva, estos animales estarían en peligro de quedarse prácticamente eliminados en el continente o de sobrevivir sólo en pequeñas zonas fuertemente protegidas.

«Estamos viendo un descenso en la caza furtiva, lo que obviamente es una noticia positiva, pero aún está por encima de lo que creemos que es sostenible, por lo que las poblaciones de elefante están disminuyendo», apunta Colin Beale, del Departamento de Biología de la Universidad de York.

Beale indica que «las tasas de caza furtiva parecen responder principalmente a los precios del marfil en el sudeste asiático», por lo que conviene enfrentarse a esta demanda para «tener éxito» en la conservación del elefante africano de sabana.

«Necesitamos reducir la demanda en Asia y mejorar los medios de vida de las personas que viven con elefantes en África. Estos son los dos objetivos más importantes para garantizar la supervivencia a largo plazo de los elefantes», agrega Beale, quien recalca: «Si bien no podemos olvidarnos de la lucha contra la caza furtiva y la aplicación de la ley, mejorar esto solamente no solucionará el problema de la caza furtiva».

Beale subraya que «los elefantes son la definición misma de la megafauna carismática, pero también son importantes ingenieros de la sabana africana y los ecosistemas forestales, y desempeñan un papel vital en la atracción del ecoturismo, por lo que su conservación es una preocupación real».

Leyes más firmes

Lisa Rolls Hagelberg, del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (Pnuma), recalca que «garantizar un futuro con elefantes salvajes y muchas otras especies requerirá leyes más firmes y esfuerzos de aplicación, y un compromiso genuino de la comunidad», pero advierte de que «siempre que exista demanda habrá una manera de satisfacerla».

Severin Hauenstein, de la Universidad de Friburgo, considera «una tendencia positiva» la caída de la caza furtiva desde 2011, pero precisa que ello no debe interpretarse como «un fin a la crisis de la caza furtiva».

«Después de algunos cambios en el entorno político, el número total de elefantes matados ilegalmente en África parece estar disminuyendo, pero para evaluar las posibles medidas de protección debemos comprender los procesos locales y globales que impulsan la caza ilegal de elefantes».