¿Por qué el Gobierno habla de relator y la oposición y el independentismo de mediador?

La figura de un relator que esté presente en la mesa de partidos catalanes que quiere dar una salida política al conflicto en Cataluña ha generado duras críticas entre PP y Ciudadanos e incluso en el propio PSOE.

Mientras que la vicepresidenta del Gobierno, Carmen Calvo, insiste en que no se trata de un mediador ni de un observador internacional y que se limitará a estar en la mesa de partidos, la Generalitat sí le ha dado la condición de mediador y también las formaciones lideradas por Pablo Casado y Albert Rivera. Ambos han llamado a manifestarse el próximo domingo contra lo que consideran una concesión al independentismo porque equipara al Ejecutivo central y la Generalitat a dos estados, a dos partes iguales en el conflicto.

Varios expertos consultados por RTVE.es y por La Noche en 24H analizan qué implica esta figura y el porqué de la controversia.

Relator vs. mediador

«Es un juego de palabras -relator o mediador- para intentar que cada una de las partes quede satisfecha, pero lo verdaderamente relevante es si esa persona estará capacitada para dirigir los debates o para obligar a las partes a cumplir los acuerdos», expone el politólogo de la Universidad de Barcelona Jesús Palomar.

Si tiene esa capacidad, prosigue, entonces es un mediador, una figura que «implica la bilateralidad» entre el Gobierno central y la Generalitat en una conversación que «no será la mesa de partidos catalanes, sino en la que se reconoce que existe un conflicto que tienen que resolver bilateralmente los gobiernos de Cataluña y de España», añade.

Es una confusión a propósito”, coincide Pablo Simón, politólogo de la Universidad Carlos III de Madrid. Para él, si el relator es, como dice Calvo, “alguien que ordena el debate y toma nota”, entonces “no hace falta un nuevo actor, porque siempre hay alguien que hace eso en una reunión”.

Esa misma crítica ha sido la que ha hecho el exvicepresidente del Gobierno Alfonso Guerra, quien comparaba esa figura con una “grabadora” o una “secretaria” que estuviera durante las reuniones. Por eso, Simón sí equipara la figura del relator con la del mediador, porque se “institucionaliza” esa figura y se asume que “un agente es soberano y tiene que haber una bilateralidad en el trato entre el Estado y Cataluña”.

No tiene sentido, según su opinión, el empleo de la palabra relator y no mediador cuando existe una “contradicción”: “El Gobierno dice que se circunscribe solo a una mesa de partidos en Cataluña, pero si el Gobierno no va a ser parte en esa mesa de partidos, ¿qué hace facilitando la figura del relator?”.

No está de acuerdo con esta premisa Luis Peral, analista internacional y mediador en conflictos, quien cree que no se trata de un mediador, sino de una “figura natural” que surge después de la reunión entre el Gobierno y la Generalitat en el Palacio de Pedralbes el pasado 20 de diciembre, en la que se acordó reconocer el conflicto político y buscar por tanto un diálogo para una solución política. A su juicio, “incluso si hubiese una mediación internacional, no se internacionaliza el conflicto” y aunque alguien externo acudiera a las reuniones “para facilitar el proceso”, eso “no tiene que ser considerado como una aberración, sino como una figura útil que ambas partes pueden utilizar”.

Peral insiste en que “deberíamos ver con mayor naturalidad” esta figura que busca una solución “a un conflicto que sale de la polarización”: “No debería asustarnos una vez que aceptemos la evidencia -polarizadora- del conflicto”. “El consenso se crea a través de mecanismos, hace falta un esfuerzo metodológico”, ha incidido.

La construcción de un relato sobre Cataluña

Para María José Canel, catedrática de Comunicación Política de la Universidad Complutense de Madrid, ese relator permite al Gobierno construir un escenario favorable a su versión en el que se establece un problema para el que el Ejecutivo tiene la solución. En este caso, el problema del relato de Pedro Sánchez sería que “el Gobierno del PP dejó una dinámica de bloques en Cataluña y que existe una derecha que intenta sacar partido del conflicto catalán” y como solución a dicho problema habría “un Gobierno que crea esos escenarios de diálogo” por los que «clama» la sociedad.

Canel critica a su vez el relato de “la posverdad” del Gobierno porque, a su juicio, aceptar la figura del mediador o relator “significa que España ha cedido” a los 21 puntos exigidos por la Generalitat, “ha pasado a los marcos mentales que crea el independentismo, ha comprado sus puntos de que España oprime y roba a Cataluña, y hay que frenar eso”.

El politólogo Lluis Orriols pone en duda que el relator responda a la necesidad de resolver un conflicto sobre la situación de Cataluña en España. Cree que ante un conflicto de tal magnitud “sí es necesario alguien que ayude a la negociación”, pero “no estamos ante ese escenario de una negociación porque como mínimo debería estar el PP en ese viaje, y no está”. “Si el PSOE quiere reformular el modelo territorial de forma unilateral necesita consenso”, añade.

Controversia sobre posibles concesiones al independentismo

Por ello opina que la verdadera razón de que el Gobierno admita esta figura es que «el PSOE ha optado por crear mayorías parlamentarias con los partidos independentistas” en el Congreso y, por tanto, “acepta entrar en la negociación, también para aprobar los Presupuestos, en qué tipo de demandas y concesiones puede dar a los partidos independentistas”.

La aceptación del trato bilateral, coincide Simón, es “una concesión del Gobierno a los partidos independentistas en un contexto de tramitación de Presupuestos”, pero cree que estas concesiones no son suficientes para lograr sus propósitos de sacar adelante las cuentas públicas y concluir la legislatura. “Ese gesto siempre va a ser insuficiente, ERC y PdeCat siguen poniendo sobre la mesa la cesión democrática sobre los presos, y eso es complicado que cambie”, añade. Jesús Palomar también sospecha que «la figura del relator durará lo mismo que lo que dure el debate presupuestario»-.